Visitas a este blog

jueves, 14 de octubre de 2010

Viejos Lobos: 1

Hilo musical antiguo: http://www.youtube.com/watch?v=nE4gJDV1eoc


“…Seguiré escribiendo en esta mesa vieja de madera roída.
Y sé que nadie llegará a leer esto con absoluta certeza.
Vivo muy lejos de todo lo que podría llamarse civilización. Llegué aquí por un impulso de alejarme de esa misma humanidad que ahora anhelo cerca. Quizá cuando presiento que es mi fin. Pero en realidad,… mi fin fue ese día que decidí alejarlos de mi. Poner distancia de por medio.

Es curioso. Una parte de mi me dice que fue lo correcto. Que es lo que mejor he hecho en la vida. Que así estoy a gusto, sin molestias ni perturbaciones en mi paz mental. En mi rincón, mi caverna… Mi espacio físico y mental como bien dije.

Y por otro lado, una sed de remordimientos me viene a visitar cada noche para colarse entre mis sábanas y estrangularme con ellas reprochándome que hiciera algo injusto. Que un ser vivo necesita comunicarse con otros de igual materia.

Fuiste egoísta por no compartir los sueños de tus carnes y los suspiros de tu pensamiento
Me dicen. Y los odio por ello.

Porque a menudo, cuando me siento en esta mesa a escribir comprendo que me siento bien sin relacionarme con nadie. Comprendo que debería ceder ante ese pensamiento individualista y felino, pero hay gente que es así y no puede evitarse.

…Vivo lejos de todo y de todos. Para protegerlos de esta mala bestia que puedo llevar dentro. De este carácter esquivo y amargo, reacio a mostrar compasión por unas lágrimas, aunque fueran mis propias lágrimas.”



Marvin soltó la pluma negra con la que había estado escribiendo esa noche a la luz de una vela para oír como su nieta Grethel tocaba el violín, sonriendo. Era algo que le quedaba de su legado, después de tanto tiempo, y en ella veía reflejados todos sus sueños de antaño, sueños logrados, y sueños que no logró. A esa edad, podía o más bien tenía la oportunidad de enseñar un legado que quedara para los restos. Apagó la vela, dejando solo las que ella necesitaba para dedicarle esa sinfonía a su abuelo mientras todos seguían durmiendo.

Cuando acabó simplemente guardó con sumo cuidado ese objeto que había pasado de generación en generación y miró a Marvin con una sonrisa de oreja a oreja, inocente. Le preguntó que si le gustaba.

“Claro que si pequeña. Es una pieza espléndida, ¿A quién no podría gustarle?”
Pero en la cabeza de Marvin había infinidades de preocupaciones traídas por la edad.


Marvin era un hombre muy peculiar. Sencillo, y poco materialista. De hecho, vivía en una casa de madera en el bosque, vieja, casi tanto como él. Quizá algún antepasado suyo la levantara con sus propias manos, como él decía siempre… “vivimos sobre el sudor y la sangre de nuestra sangre”.
Y así sería siempre.

Había tenido un carácter entrañable, pero como todo en este mundo cambió con el paso de los años y circunstancias de la vida, así como su apariencia. De ser un lobo de caza, un perro de presa en movimientos militares y posiciones estratégicas, se había convertido en un elefante caminando a su cementerio particular. Meditando siempre en manos de quién recaería la custodia de Grethel, su tesoro más preciado… Y a esas alturas, lo único que le importaba en la vida que le restaba.


“…Vivo lejos de todo y de todos,… para proteger la llave de la inocencia.
Mi nombre es Marvin Kvik.”















Image by: balinlesavage
Text by: La Niña Imantada

1 comentario:

  1. Ansio leer ya la segunda parte y espero q le sigan mas. Muy bueno.

    ResponderEliminar