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martes, 5 de junio de 2012

 
 
[ Hace tiempo ya,... llevo unos días sin dejar de bailar. Desde el día que me pusiste una mano encima... Mis caderas te absorbieron como un huracán, arrancando cada jodido cimiento de tus maltrechas casas, ahí donde te escondías.

Las manos... reptaban por mi cintura de la misma manera que mi espalda contra tu torso, te agarrabas, con fuerza, firme, de no haber sido así, te habrías perdido en un espacio sideral lejos de todo, lejos de la cordura.

¿Qué era esa gota de sudor entre nosotros si no un secreto sin palabras? Que decía “Voy a devorarte, voy a hacerte mío hasta que no te quede razón alguna de vivir, voy a hacer mía tu esencia, tu alma y tu presencia y cuando solo quede de ti la energía efímera de la que estás hecho, te consumiré”. Reconócelo, no hay armas que valgan en una guerra como esta.

“Revólver sexual para la ruleta rusa”. ]

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