Creo,
a día de hoy, y con más seguridad que hace un tiempo, que hay una fisura en el
tiempo de nuestras vidas. Es un momento en el que damos un ‘salto’ hacia atrás,
provocando un retroceso de estado mental.
Llevas
una vida haciendo lo mismo y creías que te iba bien, hasta que algo, como la
superstición del gato negro que se cruza en tu camino, te hace verlo de otra
manera, y entonces, solo entonces, dices: ‘Llevaba mucho tiempo haciendo mal alguna
cosa necesaria para la vida’. En realidad, no hace falta ni que lo digas, basta
tu expresión corporal, tu actitud, tu expresión facial, y con todo eso reflejas
lo que quieres sin necesidad de decir nada.
Ahí ya
existe un cambio en tu ser, probablemente a mejor si sabes rectificar aquello
que viste que hacías mal, y tras un tiempo actuando así, algo en tu mente te
hace dar ese ‘salto’ hacia atrás, sin saber por qué, o sin llegar a
planteártelo, vuelves a hacer mal algunas cosas necesarias en la vida.
Imperceptibles,
pequeñas, pero necesarias para un equilibrio que te mantiene jovial y entusiasta.
Esas cosas son las 'pequeñas cosas que dan alegría’.
En
muchos casos son menospreciadas, dejadas de lado teniendo la esperanza de que
el tiempo ya vuelva a ponerlas en tu camino por ti. Y eso es realmente una
equivocación, el tiempo solo está como algo colateral que deteriora las cosas.
No hará nada por ti, eso es una certeza.
Lo
que me lleva a ver que ese mismo tiempo en el que la gente confía, creyendo que
está de nuestro lado, es una patraña mental. Una percepción errónea en la que
proyectamos nuestras esperanzas y deseos. Lo dejas pasar, seguro, confiado,
hasta que resulta ser demasiado tarde.
Y
volvemos a fumar, sentados, meditando qué es lo que hicimos mal, y cómo podemos
arreglarlo, volviendo a dejar en las manos del tiempo la iluminación que
necesitamos. Si actuáramos con lo que los sentimientos nos dicen, quizá, y solo
quizá, el tiempo tendría menos relevancia, y no creeríamos tarde que hemos
actuado erróneamente.
Volvemos
a encontrar un muro, en el que hacer una muesca más.
Volvemos
a dejar que nuestro lado más borde y dure empiece a renacer como un fénix
endemoniado y ávido de arrasar con todo lo que se ponga por delante.
Volvemos
a reconstruir nuestra caja de música aislada para oír lo que en realidad
sentimos.
Simplemente
volvemos, como todos los tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario