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sábado, 22 de mayo de 2010

Chapter 1/2. Funeral de tía Harried




Song: http://www.youtube.com/watch?v=O5rVmXyZP5s

El olor a madera, polvo… La antigüedad de ese desván se respiraba en el ambiente.

-Howard,…?-

El hombre que había estado cual sombra deambulando por aquel altillo se irguió. Iba trajeado de negro, con camisa blanca. Su pelo era canoso, o parte. Las facciones duras y sus ojos oscuros pero ese lugar para él no necesitaba más luz que la que se colaba entre los tablones de madera de los porticones de las ventanas. Era el momento, Mary Holy le había llamado y era casi hipnótico, siempre le había parecido así.
Ese era su rincón, su escondite. La casa de la tía Harried, ahora estaba en la fiesta de su funeral. Funesto, nadie la había apreciado jamás. Siempre había sido la loca conservadora de la familia. Quizá por eso Howard prefirió buscar esa paz temporal allí arriba, solo, sin niños, sin familiares.

Conforme bajaba el bullicio era notable, no en exceso, no debían perder de vista que se suponía… que era porque tía Harried ya no estaba con ellos.


-Howard, que hacías?-
-No te preocupes Mary, solo intentaba rescatar el tren de madera..-
-Ha venido James.-

Fue escueta en esa última frase. Era difícil de explicar para Howard si se lo hubieran preguntado, pero pese a que el tono de su mujer no variaba de lo dulce que podía ser siempre hacia él, veía resentimiento en esa afirmación, en esa información gratuita que él no había pedido. Esbozó una sonrisa en la cual podía verse un colmillo de oro. Y un bigote que también empezaba a encanecerse y le daba un aspecto más interesante que en su juventud. Acarició la mejilla de Mary Holy, la mano la deslizó por el vestido sencillo y negro, clásico que ella había escogido para ese día, el único adorno era un camafeo como botón en el centro del cuello alto y su melena negra, en la que tantas veces él había perdido los dedos, estaba recogida en un riguroso moño austero.

-No tardaré.-
-No deberías.-

Ella se retiró a tiempo con una sonrisa. Los ojos de lobo viejo y cazador de Howard traspasaron el cristal para mirar al jardín. Si, James había acudido hasta en un día como ese. Rozaría la treintena ya, el tiempo no pasaba en vano para nadie, ni siquiera para un guaperas como ese. Su melena rubia la llevaba impolutamente recogida en una coleta engominada hacia atrás, vestido como si él mismo hubiera tenido que verse obligado a ir a ese funeral, completamente de negro, incluida la camisa, era la única diferencia de vestuario que tenía con Howard, además de las camperas que le daban cierto aspecto informal pero atractivo.

Cuando Howard salió de la casa lo primero que miró fue la bandera Americana ondeando con el poco viento que podía hacer aquella mañana, y acompañaban las nubes que amenazaban con una tormenta torrencial. Cuando desvió la mirada hacia el pie de la escalera del porche, James lo miraba con una sonrisa burlona, como de costumbre, con las manos metidas en el bolsillo impidiendo que la americana abierta se “cerrara”.

-¿Por qué te empeñas en hacer esta pantomima familiar tipo duro?-
-Buenos días Applewhite.-
-Me gusta más James, si no te importa.-
-¿Qué te trae por aquí?.-
-Shephard quiere verte en la reunión.-
-¿A qué hora es?.-
-Hace veinte minutos que empezó.-

Howard desvió la mirada hacia el final de la calle, por donde se acercaba un Ford Thunderbird Two Top convertible del 1955, el coche de Steve, negro, por supuesto. Obviamente se detuvo frente a la casa de tía Harried.

-Vamos Howard, Shephard te espera.-
-Tengo que despedirme de Mary, un segundo.-

A regañadientes, aunque nadie lo diría ya que Howard era un hombre que tenía como base el autocontrol, odiaba las visitas esporádicas, era un hombre huraño que solo Mary Holy había logrado entender y compartir su forma de ser, como mínimo la respetaba. Dentro y al verlo ella le mostró una sonrisa, que se borró al saber el motivo de porque había entrado de nuevo. No le gustaba que hiciera eso, pero no era la primera vez, y no sería ella la que dejara en su cabeza la semilla de la culpabilidad por haberla dejado. No hicieron falta palabras, un beso, escueto y austero, pero para cada uno de ellos significativo. Luego Howard subía al coche de Steve, James, ya llegaría de cualquier otra manera, al fin y al cabo a veces resultaba ser solo “el guaperas de los recados”.

-¿Qué sucede Steve?.-
-La mercancía del puerto, ha sido confiscada,… creímos que Mario no metería la pata con la droga pero,… (Guardó silencio, cuando Steve conducía a menudo lo hacía, él y todo el mundo)… Bueno, sabes que a Shephard no le gustan las cosas mal hechas, todo debía estar calculado al segundo,… y no fue así.-
-No lo dudo, si fuera de otra manera ahora estaría comiéndome los canapés de tía Prudence.-
-Bien, la reunión tiene como punto principal recuperar la mercancía confiscada, ahí es donde entras tú.-
-Esto,… Steve, lo dejé atrás cuando tenía menos edad…-
-Precisamente Howard,… precisamente… Ahora ya hay otro galón en tu placa.-


........




Texto: La Niña Imantada
*... A veces no es tan difícil sonreír.
Mode: Insomnio.

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