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miércoles, 17 de marzo de 2010

Nunca Llueve Eternamente...


La lluvia no ha parado de caer desde que abandonaste la casa.
Perdida caminé por cada pasillo buscando algo de ti, buscando esa conexión que me empeñaba en pensar que no había perdido pese a tu ausencia. La encontré en el rincón más oscuro de un porche abarrotado con cada gota que luchaba contra cualquier insignificante lágrima mía. A veces y por cualquier motivo que no me explico pensé que quizá querrías volver. Después de todo nos creíamos felices. Abrazada a mis rodillas pude comprobar que no me sentía mejor solo por imaginar que aún seguías a mi lado, siendo tú quién me abrazaba mientras me explicabas todas esas historias, cuentos con los que yo construí un ideal mental que ahora me duele y desgarra cada neurona mía al saber que aprendí a imaginar porque tú, la persona que me falta, me enseñaste a conciencia. Quizá sabiendo que era algo de ti que jamás podría olvidar. Me pregunto con frecuencia, y ahora que estoy saturada de letras si es consecuencia de que cada día que pasa se me hace más difícil imaginar tu cara, tu expresión cuando le llevabas la contra a mis padres por no estar conmigo. Recuerdo todas las tardes que caminé en busca de poder ser yo la que te contara historias, y cuando tenía tu retrato frente a mi palabra alguna dejaba de existir, porque allí donde estás no sé si las palabras o los pensamientos tienen lenguaje, tampoco sé si lo oirías y sentirías como yo lo siento.
Que puedo ver un mar de una gota, el galeón en una hoja de otoño. Te debo a ti adorar los bosques que encierran mil y una historias y me dejan ver seres increíbles que jamás tendrían descripción, cuando todos creen que estoy perdiendo la cabeza, sé que es cuando más la recupero.
Y dejo que la lluvia que azota las piedras de las columnas del porche me hostigue a mi también, porque fui inclemente con ella, porque la culpe de mis mejores y peores días, porque la adoré y rechacé tantas veces que ya soy insignificante para su desierto húmedo de agua salada robada de un mar de oscuras historias. Porque sé que soy culpable de sentir placer al alzar el rostro y estremecerme cuando noto las gotas acariciar mis ojos cerrados. Porque como tú dijiste cuatro esquinas tiene mi cama, y cuatro ángeles que la resguardan: Nostalgia, Destino, Capricho, e Imaginación. Con ellos soy capaz de crear un mundo donde sí me oigas, donde puedas entenderme, donde puedas volver a sentarte conmigo en el porche, y disfrutar de las puestas de sol de horas perdidas, de tiempos pasados…


*… Parce que tous les contes sont interminables... quand l'un veut.

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