Visitas a este blog

miércoles, 17 de marzo de 2010


“-…El último copo de nieve había caído en Elysium, y con él, el último descendiente real de los nietos y bisnietos de Saturno…, … De los más grandes siempre destacó uno de los descendientes de los nietos de Fauno, su nombre era Orión, un Fatuo enamorado de una Naor, de su piel mortecinamente albina, de las caricias que su cola, con un escaso manto de bello y unos suaves flecos en el extremo de la cola, como la de los leones de Asidur, … solo que la de Amelia era blanca, de cintura abajo eran los cuartos de un unicornio, reluciente, de pelo blanco, y de cintura hacia arriba, su piel era igual de delicada que una rosa, y del mismo suave color y tono pastel, con un finísimo bello blanco por encima que apenas era visible, pero que le daba esa sensación aterciopelada hasta casi los hombros, de igual manera sus grandes y graciosas orejas, caídas, y blancas, que asomaban entre su ondulada melena albina, ni siquiera sus pezuñas variaban, estas, también eran blancas. Pero lo que siempre le había cautivado a Orión era el hermoso cuerno de unicornio que solían tener los Naor. Y por lo cual les habían asociado siempre como los espíritus de esos magnificaos animales que solo existen en las historias de fantasía… los unicornios. Pero como las palabras cambian como el viento, mencionaremos también que Amelia siempre iba acompañada de su mejor amigo, Artemus, un gran unicornio blanco, fuerte, que siempre fue más grande que ella. Aunque sí que era cierto que no todo el mundo puede subir sobre los lomos de estos animales, … no estaban reservados tan solo para las doncellas vírgenes, no… aunque no pudieran hablar, porque así lo quisieron los Viejos Dioses, tenían la percepción, la conciencia, … el mismo estado de independencia mental que los hijos de Saturno, que todos los seres de Elysium, … que los humanos…

… Toda grande guerra siempre se ve finalizada con la victoria de un bando… ¿Pero qué pasaría si en esta, no hubiera ganado ningún bando? Cerca del centro de Elysium, en Kartiz estaba el Mar de Plata donde un templo se erigía en su centro, era la morada del oráculo, Agua, Fuego, Tierra y Viento, ella era los cuatro elementos y se presentaba en el que ella deseaba, o en el que el ser que ante ella se personaba necesitaba…

… Fuego de Fénix, se alzó de un baño escarlata que para ella entregaron, sus ojos eran mar, pues así lo dictaminaban, su piel tierra, igual de fría, igual de cálida, sus palabras abrasan, y su voz es viento… pues así la describían los pocos que habían regresado de verla, y muy soberano debía ser el motivo por el que alguien decidiere ir en busca del Oráculo del mar de Plata.

El templo era un cercado de columnas de mármol, en los que el color negro de este hacía dibujos extendiéndose incluso en el suelo de donde crecían las columnas como árboles sujetando la gran cúpula, si mirabas hacia arriba podías ver en el techo redondeado de esa hermosa cúpula dibujos de mares, olas, incluso de bosques, y el centro del techo, era de cristal, quizá para que el oráculo pudiera ver el cielo, pero aunque jamás parecía que allí estuviera cuando se la buscaba, ella jamás abandonaba aquel lugar, era su condena.

…Siempre han dicho que los seres mágicos, desde Overón y Titania, son eternos hasta que dejan de serlo, hasta que no creen en ellos, hasta que la fantasía y el misterio, el amor, el miedo, deja de existir en los corazones, … pero eso no es así… eso, jamás fue así…-“

No hay comentarios:

Publicar un comentario