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martes, 23 de noviembre de 2010

Fire

Hilo Musical: http://www.youtube.com/watch?v=0OS92VAIIvs


[…] Regresaré como un quejido. Hoy y aquí desapareceré, pero soy historia, y la historia no puede borrarse con nada. Desgarraré la piel de los culpables que se olvidaron de mí sepultándome bajo llamas. Haré que teman la oscuridad porque en ella residiré yo.

Llegaré como el viento y arrasaré los sueños ajenos porque a mí me robaron los míos.
Ni pasado, ni presente, ni futuro… En ningún lugar se podrá estar a salvo de mi memoria y mis formas, porque aunque cambiante, regresaré una y otra vez. Porque estamos creados para creer en algo. Yo creo que existo, aquí y ahora.

Destruiré la paz mental de aquellos que creyeron hacer un bien arrebatando ese suspiro de vida de un alma solitaria, pero viva.

Seré reina del olvido, del motivo que hace temblar en las noches de lluvia.
Reina del desasosiego y la desesperación. Del terror, de la pasión como pecado.
Y la lujuria será la mascota que camina de la mano de este nuevo renacer.
Más furioso,… más vivo que nunca. […]

El Nombre del Viento - 1



[…]

-Bast…- Kvothe lo miró con severidad.
Bast cerró la boca y por un instante pareció que intentaría ofrecer una excusa; pero entonces dejó caer los hombros.

-¿Cómo lo has sabido?

Kvothe rió.
-Llevas una eternidad evitando ese libro. O te has convertido de repente en un alumno excepcionalmente aplicado, o estabas haciendo algo que no debías.

-¿Qué les hacen en la Universidad a los alumnos que escuchan a hurtadillas?- Preguntó Bast, intrigado.

-No tengo ni idea. A mí nunca me pillaron. Creo que obligarte a sentarte y escuchar el resto de mi historia será suficiente castigo. Pero ¡qué modales!- Añadió Kvothe volviéndose hacia la taberna-. Estamos desatendiendo a nuestro invitado.

Cronista estaba cualquier cosa menos aburrido. Tan pronto como Bast entró en la habitación, Cronista había empezado a observarlo con curiosidad. A medida que avanzaba la conversación, la expresión de Cronista iba volviéndose más desconcertada e intensa.

Para ser justos, deberíamos aclarar algo sobre Bast. A primera vista, parecía un joven del montón, aunque atractivo. Pero tenía algo especial. Llevaba unas botas negras de piel blanda, por ejemplo. Al menos, eso era lo que veías si lo mirabas. Pero si lo mirabas con el rabillo del ojo, y si él estaba de pie bajo la sombra adecuada, lo que veías era completamente diferente.

Y si tenías cierto tipo de mente, el tipo de mente que ve realmente lo que mira, quizá notaras que tenía unos ojos extraños. Si tu mente tenía el excepcional talento de no dejarse engañas por sus propias expectativas, quizá vieras algo más en esos ojos, algo extraño y maravilloso.

Es por eso por lo que Cronista había estado mirando con fijeza al joven pupilo de Kvothe, tratando de decidir qué era eso que le hacía parecer diferente. Cuando terminó la conversación entre Kvothe y Bast, la mirada de Cronista podía describirse como intensa por lo menos, por no decir grosera. Cuando Bast se dio la vuelta, Cronista abrió mucho los ojos y desapareció el escaso color de su cara.

Cronista metió una mano debajo de su camisa y se arrancó algo que llevaba colgado al cuello. Lo puso encima de la mesa, tan lejos como alcanzaba su brazo, entre él y Bast. Todo eso lo hizo en unas milésimas de segundo, y sin que sus ojos se apartaran del joven moreno que estaba junto a la barra. El rostro de Cronista reflejaba serenidad cuando apretó firmemente el disco de metal contra la mesa.

-Hierro-dijo. Su voz tenía una extraña resonancia, como si fuera una orden que había que obedecer.

Bast de dobló por la cintura, como si hubiera recibido un puñetazo en el estómago; estiró los labios mostrando los dientes e hizo un ruido entre un gruñido y un grito. Moviéndose con una velocidad sinuosa y nada natural, se llevó una mano a la nuca y se puso en tensión para enderezarse.

Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, asombrosamente, Kvothe había sujetado a Bast por la muñeca con una mano de largos dedos. Sin notarlo, o sin importarle, Bast se lanzó hacia Cronista, pero se quedó clavado, como si la mano de Kvothe fuera un grillete. Bast forcejeó violentamente para soltarse, pero Kvothe permaneció de pie detrás de la barra, con un brazo estirado, inmóvil como el acero o la piedra.

-¡Quieto!-La voz de Kvothe hendió el aire como un precepto, y sus palabras resonaron en el silencio que se produjo a continuación, furiosas y afiladas.-. No voy a permitir peleas entre mis amigos. Ya he perdido demasiados sin ellas.- Miró a Cronista-. Deshaz eso o lo romperé yo.

Cronista se quedó quieto un instante, impresionado. Entonces movió los labios y, con un ligero temblor, apartó la mano del círculo de metal mate que había puesto sobre la mesa.
La tensión desapareció del cuerpo de Bast, y por un instante quedó lánguido como una muñeca de trapo; Kvothe seguía sujetándolo desde detrás de la barra. Tembloroso, Bast consiguió enderezarse y apoyarse en la barra. Kvothe lo miró a los ojos y le soltó la muñeca.

Bast se dejó caer en un taburete sin dejar de mirar a Cronista.
Se movía con cuidado, como quién tiene una herida reciente.
…Y había cambiado. Los ojos que observaban a Cronista todavía eran de un asombroso azul marino, pero no había ni pizca de blanco en ellos; eran como piedras preciosas, o como una honda charca del bosque. Y en lugar de las botas negras de piel blanda tenía unas elegantes y hendidas pezuñas.


[…]


miércoles, 17 de noviembre de 2010

I wanna do bad things with you.



Lo había amado tanto que no me daba cuenta que rozaba la obsesión.
Había dejado que me violara cada noche, una violación consentida, claro.
Cuando el ambiente se caldeaba yo me volvía cera entre sus manos de fuego, ardiente.
Luchábamos a dentelladas por ser uno quién acabara victorioso y con el otro rendido a sus pies.

Puede que lo hubiera dado todo, o nada, puede que me mintiera a mi misma y a él hablando de unos sentimientos que apenas eran perceptibles para los ojos humanos.

Pero ahora nada de eso importa. Sigo estirada, al final, fue él quien venció. No habrá más luchas, no habrá más dentelladas ni noches de pasión que consumar a toda prisa, como el cigarrillo cinco minutos antes de entrar al trabajo.

Ahora sus manos ardientes limpian la sangre, del mismo color pasional que su corazón.
Indómito e impulsivo. Y yo, simplemente decido irme de allí,… o cierta parte de mi.

Puede que al final, nos mintiéramos mutuamente.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Inicios y Consecuencias

Quería poner esta entrada, veo correcto mencionar como nació toda esta tontería de la Niña Imantada a pesar de que mucha gente ya pudiera saberlo. Pero creo que no está de más.

Extrañamente entre mis gustos musicales existe un grupo que se llama Love of Lesbian, el cual, tiene una canción llamada La Niña Imantada, sobra decir que como me gustó (Entre muchas) decidí utilizarlo. Os dejo aquí la letra, quién quiera oír la canción entera, creo oportuno que pueda tirar de Youtube o Spotify.



"Ya hace algunos siglos que he empezado a sospechar
que he caído sin quererlo en tu gravedad.
Es como si andara siempre en espiral,
cuando encuentro una salida, tú apareces.

Niña imantada y ahora yo he de admitirlo,
y ahora yo presiento que has vencido,
no hay manera humana de escapar.

Así que alégrate, lo has conseguido,
los días sin ti serán precipicios,
no hay manera humana de escapar.

Nadie, nunca, nadie, nadie excepto tú
puede enviarme hacia el espacio y devolverme hacia su cama.
Y en las horas más oscuras me harás levitar,
en descuidos crearemos universos.

Niña imantada y ahora yo he de admitirlo,
y ahora yo presiento que has vencido,
no hay manera humana de escapar.

Te voy a contar este misterio:
simple y eficaz, el roce de mis dedos
te ha magnetizado, y ahora tú,
y ahora tú ...
y ahora tú ...
y ahora tú ...

Así que alégrate, lo has conseguido,
los días sin ti serán precipicios,
no hay manera humana de escapar.

Así que alégrate, lo has conseguido,
los días sin ti serán precipicios,
no hay manera humana de escapar."



Love of Lesbian


sábado, 6 de noviembre de 2010

Momentos de Ficción


Hilo musical: http://www.youtube.com/watch?v=ZL4MGwlZuAc


Un entresijo de pliegues de tela que, como dunas, son alteradas por la corriente rápida de una mano, por la brisa de la impaciencia. Los botones de una camisa saltan como las víctimas de un barco hundiéndose en alta mar, sin ni siquiera saber donde caerán. Y los susurros desbordan la cabina de mando de un capitán que pretende llegar hasta el fondo con todo su cargamento.

Voy a absorberte. Voy a exprimir al máximo tu capacidad elocuente de no saber que decir ni hacer. Haré que desees recuperar tu autocontrol para que tú mismo quieras volver a perderlo, o simplemente arrebatármelo a mí de las manos.

Sus labios colisionan sin compasión una y otra vez, como pirañas peleándose por llevarse el trozo más grande de carnaza. Igual que los cuerpos, que meciéndose, intentan invadir el espacio vital del otro para hacerlo suyo. Unas uñas que se clavan, abriendo heridas que son necesarias para marcar un territorio, para marcar una presa que posteriormente será devorada y dejada a su suerte en un lecho empapado. Porque no son charcos de amor lo que se busca esa noche, es morder, destripar todo sentimiento rosa y de patético compromiso emocional. Esa noche no, no es una como otra cualquiera.















Text: LNI

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Algunos Sueños...


Hilo musical: http://www.youtube.com/watch?v=ZsuUHbjXA7Q



Arliss creyó estar durmiendo cuando notó esos dedos fríos recorriendo su espalda.

En las noches de verano, cuando la suave brisa templada o más bien caliente acaricia la piel hace que se perle con gotas de sudor cubriéndolo como un fino velo húmedo, que a la mínima de cambio te hace buscar un resquicio de cambio de viento para que sea aquello lo que te refrigere un poco el cuerpo.

Esta vez, no le hizo falta buscar ese resquicio de cambio de corriente, porque la yema de los dedos, de esos dedos, le creaba pequeños espasmos casi eléctricos que le hacían retorcerse ligeramente entre las sábanas. Aquello hizo que abriera los ojos lentamente y buscara a un lado y a otro de la cama una presencia que no fuera la suya, unos ojos que no fueran los de los cuadros que adornaban su pared y le miraban, críticos y altivos, hipócritas. Pero allí seguía estando solo.

Le costó alrededor de una hora volver a conciliar el sueño, provocando que tuviera que colocarse boca arriba, y eso, no solía hacerlo. Entre la vigilia de los sueños y su realidad, podía oír el leve susurro del viento colándose por los huecos de una persiana de plástico cerrada casi al completo, en ese silencio podía oírse las caricias de las cortinas entre ellas, como dos amantes haciendo algo ilegal.

Fue entonces cuando volvió esa sensación que le había hecho mantenerse en vela cierto tiempo, tiempo que le irritaba aunque sabía que al día siguiente no tenía nada que hacer.

Esas caricias frías, gélidas que le invitaban a derretirse de calor con cada segundo que las consentía. Quiso concentrarse en aquello que, increíblemente, parecía real en su mente.

Distinguió unos dedos huesudos, de uñas largas que se clavaban muy suavemente en su piel, como las de un gato, insistente para alimentarse de la madre. Más allá de esos dedos, percibió el roce de unos cabellos, sedosos, que le traían un olor dulzón, casi sensual y taponaban por momentos sus fosas nasales, pero en el intercambio, él salía ganando.

Una respiración acompasada, que poco a poco iba solapándose con la suya, apenas perceptible para cualquier persona que quizá estuviese despierta. No quería abrir los ojos.
Le gustaba permanecer en ese sueño, pero la tentación de ver aquello que le provocaba que cada pelo de su cuerpo se erizara era mayor que despertar y ver que una vez más,… seguía estando solo.

Tomó la decisión correcta. Fue abriendo lentamente los ojos, y esa sensación rítmica sobre él, que le obligaba en esa posición a mantenerse dócil, obediente, fue tomando formas femeninas. Apenas una silueta entre la oscuridad de aquella habitación que tan bien se conocía, pero que ahora pasaba por alto. Un cuerpo de curvas que le llamaban, unos ojos felinos que le miraban inquisitivamente, quedaba claro que él era la presa de esa noche, de ese momento. Un silencio que le imantaba a no poder dejar de mirarlos. Un silencio que a pesar de ser silencio susurraba su nombre.

¿Y qué podía hacer a parte de dejarse llevar? Llevó sus manos hasta una cintura que en su vida había tocado, o al menos eso él creía, pero que conforme iba ascendiendo parecía haberla torneado él mismo. Una silueta sacada de su subconsciente, creada por un impulso lascivo de su mente para lograr aquello que necesitaba, que anhelaba quizá, una necesidad innecesaria, pero completamente justificada como ser humano. Un par de montes prohibidos de tierra blanda que se moldeaban conforme cerraba sus manos alrededor de la copa. Decidió que no estaba en mal lugar tomar él, el control de aquella situación o acabaría perdiendo los papeles. Pero aquella sombra se lo impedía, y no le hacía falta moverse más de lo que ya lo estaba haciendo, porque pese a no sujetarlo, el cuerpo de Arliss no le pertenecía a él. Se movía por y para los caprichosos movimientos insinuantes de aquella fémina que sin decirle su nombre estaba ahora, absorbiendo cada parte del intelecto masculino, cada neurona se la arrebataba con pequeñas y dulces embestidas, pero sin piedad. Era suyo, eso quedó claro cuando el silencio fue quebrado por un gemido instintivo, casi animal, dócil, que lo volvió a hacerse retorcer ahora de placer en pequeñas convulsiones mientras lograba recuperarse.

Fue entonces cuando cayó en la cuenta de nuevo.
Las sábanas de su cama estaban revueltas, él no permanecía en el mismo lugar. La persiana seguía estando al límite, evitando que la luz de la mañana lograra colarse cuando llegara su hora. Las cortinas seguían su baile de amantes de media noche ajenas al suceso allí dentro ocurrido.

Porque en realidad,… seguía estando solo.
















Text: LNI
Image: Lady Eff

martes, 2 de noviembre de 2010

Incendios de Nieve

Hilo musical antiguo: http://www.youtube.com/watch?v=3HlFUbeP77g


"Y él es un ser sin nombre, creado para potenciar la imaginación, para destruirla y volverla a reconstruir dejando ver la imperfección de los mil pedazos adheridos nuevamente con desesperación.

Es el frío que quema. Las lágrimas congeladas y la dulce pero severa voz que te embauca y arrastra hasta una red de lujuria y avaricia por equilibradas. De calma sádica y brutal sinceridad.

Él, es algo que se evapora cuando intentas retenerlo y que clava sus estalactitas envenenadas cuando ve un acercamiento.
"

































Image: StinaBG
Text: LNI