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viernes, 29 de octubre de 2010

Proceso de Reconstrucción


"...Y porque no os comprendí me acusáis de injuria. Vos,.. vos que llevasteis a la horca a madres e hijos y os dejáis invadir por el frenesí cual amante lujurioso entre los pliegues de las sábanas de una cama. Y me acusáis a mí de ser severa, vos… que empaláis a soldados como a casamenteras."


















Image by: Babak
Text: Mío.

jueves, 14 de octubre de 2010

Viejos Lobos: 1

Hilo musical antiguo: http://www.youtube.com/watch?v=nE4gJDV1eoc


“…Seguiré escribiendo en esta mesa vieja de madera roída.
Y sé que nadie llegará a leer esto con absoluta certeza.
Vivo muy lejos de todo lo que podría llamarse civilización. Llegué aquí por un impulso de alejarme de esa misma humanidad que ahora anhelo cerca. Quizá cuando presiento que es mi fin. Pero en realidad,… mi fin fue ese día que decidí alejarlos de mi. Poner distancia de por medio.

Es curioso. Una parte de mi me dice que fue lo correcto. Que es lo que mejor he hecho en la vida. Que así estoy a gusto, sin molestias ni perturbaciones en mi paz mental. En mi rincón, mi caverna… Mi espacio físico y mental como bien dije.

Y por otro lado, una sed de remordimientos me viene a visitar cada noche para colarse entre mis sábanas y estrangularme con ellas reprochándome que hiciera algo injusto. Que un ser vivo necesita comunicarse con otros de igual materia.

Fuiste egoísta por no compartir los sueños de tus carnes y los suspiros de tu pensamiento
Me dicen. Y los odio por ello.

Porque a menudo, cuando me siento en esta mesa a escribir comprendo que me siento bien sin relacionarme con nadie. Comprendo que debería ceder ante ese pensamiento individualista y felino, pero hay gente que es así y no puede evitarse.

…Vivo lejos de todo y de todos. Para protegerlos de esta mala bestia que puedo llevar dentro. De este carácter esquivo y amargo, reacio a mostrar compasión por unas lágrimas, aunque fueran mis propias lágrimas.”



Marvin soltó la pluma negra con la que había estado escribiendo esa noche a la luz de una vela para oír como su nieta Grethel tocaba el violín, sonriendo. Era algo que le quedaba de su legado, después de tanto tiempo, y en ella veía reflejados todos sus sueños de antaño, sueños logrados, y sueños que no logró. A esa edad, podía o más bien tenía la oportunidad de enseñar un legado que quedara para los restos. Apagó la vela, dejando solo las que ella necesitaba para dedicarle esa sinfonía a su abuelo mientras todos seguían durmiendo.

Cuando acabó simplemente guardó con sumo cuidado ese objeto que había pasado de generación en generación y miró a Marvin con una sonrisa de oreja a oreja, inocente. Le preguntó que si le gustaba.

“Claro que si pequeña. Es una pieza espléndida, ¿A quién no podría gustarle?”
Pero en la cabeza de Marvin había infinidades de preocupaciones traídas por la edad.


Marvin era un hombre muy peculiar. Sencillo, y poco materialista. De hecho, vivía en una casa de madera en el bosque, vieja, casi tanto como él. Quizá algún antepasado suyo la levantara con sus propias manos, como él decía siempre… “vivimos sobre el sudor y la sangre de nuestra sangre”.
Y así sería siempre.

Había tenido un carácter entrañable, pero como todo en este mundo cambió con el paso de los años y circunstancias de la vida, así como su apariencia. De ser un lobo de caza, un perro de presa en movimientos militares y posiciones estratégicas, se había convertido en un elefante caminando a su cementerio particular. Meditando siempre en manos de quién recaería la custodia de Grethel, su tesoro más preciado… Y a esas alturas, lo único que le importaba en la vida que le restaba.


“…Vivo lejos de todo y de todos,… para proteger la llave de la inocencia.
Mi nombre es Marvin Kvik.”















Image by: balinlesavage
Text by: La Niña Imantada

miércoles, 13 de octubre de 2010

Nunca llueve demasiado.


… Esta noche llueve, y yo, me siento parte de ella. Me resultaría difícil explicar qué clase de conexión siento cuando acontecen estos días. Que en su mayoría son Otoñales, tiempo de brujas.

Dejo que me invada el chasquido de cada colisión acuática al romperse en mil pedazos con el soporte sólido de una barandilla de balcón. O contra un cristal, contra una mesa, silla, contra el asfalto, contra la bombilla de la farola que ilumina el callejón. Oigo todo, más y mejor.

La inspiración brota al mismo nivel que un instinto animal que me hace ronronear en la oscuridad. Porque en esas noches no hay cabida para más luz que no sea la de una vela, quizá dos.
El olor a tierra mojada llama, leños quemando.
Y esa necesidad de desgarrar la ropa nace desde el más profundo anhelo animal, puro.
“Largo es el camino que recorre el peregrino por causa de su devoción”.

Se siente esa conexión extraña, te sientes diferente. Es gracioso ser consciente de cómo todos tus sentidos se agudizan, es muy gracioso. La sangre de alguna manera te hierve, pidiéndote cosas que durante el resto del año están aletargadas, y en ciertos momentos desterramos hacia las sombras, y curiosamente esas son las sombras que posteriormente nos dan miedo.

Pero no en ese momento las adoras y las necesitas. Aguardan con aquellas cosas que almacenaste a lo largo de ese año artísticamente sabático. Esperan, como si fuera el primer día, para abrazarte y untarte en una sensación que desearías que jamás te abandonara. Pero debes aprovecharla.

Sigue lloviendo. Notas unas manos furtivas rozando tu piel, dejas que eso suceda, porque tu piel quiere, tu mente también. ¿Animal visceral? Puede que a fin de cuentas todos lo sean.
Puede que a fin de cuentas todos lo seamos.
Pero estaría bien que recordáramos que no todos los animales son iguales.
Que los grandes se comen a los pequeños.


*Y tú,… ¿Qué animal eres?

martes, 5 de octubre de 2010

Six Degrees of Inner Turbulence

Hilo Musical de Retrospecter: http://www.youtube.com/watch?v=nGLGxjXYuKI


Es inútil mentir a la gente cuando ni tú te crees.
Ahondé en esas fobias de letras que tengo, que no busco y encuentro.
Arañé los versos bonitos que escaneé mentalmente en los libros que leo.
Y maquillé las imperfecciones de un día penoso y patético. Uno más.

Viví en el mar de hielo. Al que vuelvo a visitar de vez en cuando.
“Eres reina de las nieves”, decían muchos ingenuos.
Pero al final la ilusa fui yo.
Que mi alma reside en un cuerpo abstracto de llamas danzantes.
Y toda su fortaleza sigue inamovible, férrea.
Anclada en mi carácter al que llamaremos Dybbuk.

Y así pasan los días, no sé si es Martes o Lunes.
Escápome del tiempo hasta que ya no me busque.






*...A menudo se echa en cara ante la juventud el creer que el mundo comienza con ella. Cierto. Pero la vejez cree aún más a menudo que el mundo acaba con ella. ¿Qué es peor?. (Ch. Friedrich Kebbel).